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El mayor número de bajas se produce en los primeros días de vida de la camada, normalmente relacionado con problemas de los gazapos (inanición, falta de vigor y problemas de termorregulación, un 52% de las bajas de nacidos vivos según Rosell (2005)), de comportamiento de la madre (canibalismo, abandono) o patológicos (mamitis o baja producción láctea según Torres et al. (1978)). La correlación entre número de nacidos totales y mortinatalidad (%) es casi nula (-0,08), y es baja la correlación entre número de nacidos vivos y la mortalidad durante la lactación (+0,12). Ya hemos indicado que los gazapos cruzados tienen mayores supervivencias. Un buen manejo del nidal previo al parto y la revisión diaria del mismo es fundamental. La lactancia controlada puede reducir la mortalidad en la primera semana, aunque no observan diferencias a favor ni Le Normand et al. (1994) ni Baumann et al. (2005).
Son también muy recomendables las prácticas preventivas frente a tiña y estafilococias, sin incurrir en excesos de dosificación. Las hembras que reciben piensos ricos en energía en el preparto y durante la lactación presentaban menores pérdidas de gazapos durante la primera semana de lactación (Quevedo et al., 2005). En este mismo simposio se dedica una sesión a Estrategias de manejo del nido.



 Abortos - Eliminicaión/Mortalidad  conejas

Desde el punto de vista de la gestión técnica un aborto es un suceso que provoca, además de la falta de parto, el alargamiento del intervalo entre partos. También la eliminación de hembras preñadas o muertas durante la gestación o al parto suponen una merma importante de productividad de la granja.
Consideramos vida útil de una coneja el período desde la primera monta hasta el último destete. Si aumenta, se reduce la tasa de reposición necesaria, por lo que habrá menor porcentaje de primeros partos. La tasa de reposición baja sólo tiene sentido si se mantiene la productividad de las hembras con la edad y no es por un defecto de efectivos en la recría. La propia presión de la reposición al alcanzar la edad del primer servicio deberá provocar la eliminación de conejas con criterios sanitarios y técnicos (que deberían ser los principales).



Tempus Fugit - Productividad por unidad de tiempo

No sólo basta producir en un parto, puesto que al definir la productividad ya hemos indicado la importancia de la componente temporal. Necesitamos abordar un tema importante como es el intervalo entre partos o duración del ciclo reproductivo, entendido como número de días entre partos (o mejor aún, destetes). Podemos expresar la productividad anual como la productividad colectiva multiplicada por el número promedio de partos o, lo que es igual, a la duración del año dividido por el intervalo promedio entre partos

P = PIC x NPP = Pi1 x 365/IPP

Básicamente, el intervalo promedio entre partos (IPP) está relacionado con:
  • Tiempo desde el parto hasta el primer servicio (monta o inseminación) (IPI)
  • Túmero de repeticiones del servicio (n), relacionado con fertilidad, con manejo reproductivo o con ambos.
  • Intervalo entre fechas de servicio (DEL), relacionado con la organización de lotes.
  • Duración de la gestación (DG), poco modificable. Únicamente podemos decir que tienden a parir antes las camadas numerosas.
  • Abortos. Alargan el intervalo entre dos partos productivos.


En la Tabla 2 aparece la duración teórica de los intervalos entre partos en una coneja en función del ritmo (desde intensivo posparto hasta extensivo a 25 días) y en función del intervalo entre servicios sucesivos, así como de que quede preñada a la primera o que requiera de 1 o 2 repeticiones. Lógicamente los intervalos mínimos corresponden a la monta posparto y, por tanto, también el mayor número de partos teóricos por unidad de tiempo.

A la vista de la Tabla 3, los intervalos entre partos son mayores al pasar de un manejo semi-intensivo (11días) a uno semi-extensivo cubriendo a 18 días, incluso con importantes aumentos de la fertilidad. En el caso de trabajar con dos lotes, sería posible la equivalencia pasando de un 70 a un 95% de fertilidad. Es por tanto, casi imposible compensar por esta vía la productividad por hembra y por unidad de tiempo.
Podemos definir la fertilidad como la probabilidad de que la coneja quede gestante (fertilidad aparente o apreciada a la palpación) o produzca un parto (fertilidad real) tras un servicio (monta o inseminación). Para la fertilidad real no cuentan ni los abortos ni las bajas / eliminaciones de hembras fértiles, ni los errores de palpación. Se considera normal una diferencia de 5-7 puntos entre ambas (Rosell, 2000). La fertilidad es, sin duda, una de las claves del éxito en una explotación, y más cuando se reduce el número de bandas.
Desde el punto de vista de la mejora, la componente genética de la fertilidad es muy baja y, por tanto, la selección sería posible pero con respuestas muy lentas por generación (Piles et al., 2005). De algunos aspectos relacionados con la alimentación ya hemos comentado algunos resultados en el apartado de prolificidad, además de recomendar la comunicación Alimentación de la coneja reproductora.
También el estado sanitario está relacionado con la fertilidad. Las enfermedades respiratorias y digestivas y el mal de patas reducen el éxito de gestaciones y de nacidos vivos (Rosell, 1996b; Rosell, 2003). Otros factores de riesgo para la fertilidad son las situaciones de estrés, los extremos en las condiciones ambientales (calor, humedad, frío, corrientes de aire), así como el fotoperíodo. Un programa de iluminación 16:8 favorece la receptividad y aumenta el tamaño de camada al nacimiento y al destete, mientras que en el programa 8:16 la fertilidad aumenta (unos 7 puntos más según Theau-Clément y Mercier, 2004).



Duración lactación / Ritmo reproductivo

Surdeau et al. (1978) o Perrier et al. (1982) compararon la fertilidad en monta posparto y monta a 10-11 días sin encontrar diferencias, con un gazapo nacido más y una reducción en el intervalo entre partos con monta posparto, aumentando la tasa de reposición de hembras. Se da por abandonada esta práctica de manejo reproductivo.
Los intervalos parto-servicio mayoritariamente utilizados en la actualidad son los que generan un intervalo teórico entre partos de 42 días, o lo que es lo mismo con servicio a 11 días (82,2% según Rosell (2005). La edad de destete es variable, entre 28 y 38 días.
Sin embargo, estamos asistiendo a un cambio de tendencia . Por un lado numerosos trabajos relacionados con destetes precoces (Xicatto et al., 2004), por otro granjas que mutan pasando a ritmos extensivos de 18 días, o incluso 1 semana más, permitiendo destetes a edades mayores de 40 días. Lógicamente, este hecho supone un alargamiento del intervalo entre partos, que puede verse aún más agravado si se amplía el intervalo entre bandas, reduciendo el número posible de partos anuales por coneja.

Las ideas que han promovido este cambio (Marco, 2005) han sido:
  • Reducir la tasa de renovación anual aumentando la vida productiva de las reproductoras, así como reducir la mortalidad de gazapos.
  • Disminuir los problemas de enteropatía en cebadero al destetar gazapos menos inmaduros, que pueden pasar a consumir piensos menos ‘seguros’ (y más baratos).
  • Con servicios a 18 días, aún inseminamos en el pico de lactación y la edad de destete aún puede conllevar riesgo de EEC. 2 bandas a 24-25 días.
  • Con servicios a 25 días y 2 bandas de hembras a 28 días es posible destetar a edades mayores de 40 días. Si se trabaja con tres departamentos, es posible hacer vacío sólo en el departamento de engorde si destetamos gazapos o son posibles vacíos en los tres departamentos si destetamos hembras.
  • Las jaulas polivalentes deben permitir la convivencia de hembra y camada hasta mayores pesos de los gazapos.
  • En el mismo espacio podemos disponer de mayor porcentaje de jaulas-nido.
  • Tiene sentido en explotaciones que no van bien: problemas mortalidad en engorde.


Cebo

De la madre a la venta El porcentaje que sobre el total del coste de producción supone la alimentación es del 49-53% (Leyún (1994) y Rosell (1995) citados por Rosell (1996)), especialmente centrada en la fase de cebo. La rentabilidad de un engorde se basa en la supervivencia de los gazapos y en el aprovechamiento de pienso.
Normalmente, el índice de conversión se expresa como resultado global, calculando el cociente entre el total de kilogramos de pienso consumidos en la explotación y numero de kilogramos de gazapos vivos vendidos. En granjas medianas, una décima de diferencia puede representar varias toneladas de pienso. Diferentes autores (García et al., 2002; Ramon et al., 2004; Rosell y Pérez, 2005) han recogido las mejoras producidas en este índice según los programas de gestión técnica. Este índice sintético recoge tanto la fase de engorde como la parte relacionada con la productividad de las hembras.
Se han realizado numerosísimos trabajos sobre la nutrición en esta fase de la vida del gazapo, al ser la fase de mayor consumo de pienso en las explotaciones y la de mayores pérdidas económicas por episodios de enteropatía. Tras el trabajo de Gidenne et al. (2003), algunos estudios se han orientado al racionamiento de pienso, directa o indirectamente mediante restricción de acceso al agua (Verdelhan et al., 2004).
En los últimos años hemos asistido a la insistencia en la recomendación de realizar vacíos sanitarios para mejorar el estado sanitario de las explotaciones. Un vacío sanitario efectivo precisa de una escrupulosa Limpieza, seguida de una tajante desinfección y de algunos días de descanso (2-7 días) para el departamento. A primera vista puede parecer que se penaliza así la productividad de la instalación y, de hecho es así, si no existieran problemas patológicos que precisaran de esta operación preventiva. Son las granjas tipo dúo las que mejor se adaptan al vacío sanitario (Rosell, comunicación personal).



Visiones numéricas

La intención inicial de esta comunicación era emular la labor de análisis desarrollada en trabajos como los de Paillole (1986) o Koehl y Amand (1990), que analizaban los resultados de gestión técnica de diferentes explotaciones, ya para detectar los puntos débiles de las explotaciones, ya para poner en evidencia las estrategias de aumento del margen, o mejorando la productividad de la hembra, o intensificando el manejo. En aquel momento, la tendencia era esta última, incluso asociada a una reducción del potencial técnico y un aumento de las tasas de mortalidad (1981-1983).

También analizando datos de gestión, ya a principios de los 90, Roustan (1992), propuso una expresión trabajando con datos de la RENALAP relacionando los componentes de la productividad por jaula (Y): (Ver cuadro al inferior de la página)

Una expresión similar, con datos del programa GESCON (García et al., 2002), y tomando la evolución de los índices, quedaría como:
Y = 0,28 X1 + 5,2 X2 + 12,1 X3 + 0,75 X4 – 1,49 X5 – 124

Siendo también los componentes cuya variación es más explicativa la de la sobreocupación, seguido de la prolificidad y de la mortalidad en el engorde (Gómez, datos no publicados).

Con otras perspectivas, Armero y Blasco (1992) estimaron los pesos económicos de diferentes caracteres a utilizar en un índice de selección. Ellos utilizaron de entre las funciones de beneficio la de INGRESOS-COSTES. Con los datos de 1991, el aumento de un parto más al año suponía un peso de +16,5 ¤, el aumento del tamaño de camada en un gazapo suponía un incremento de +12,8 ¤, la reducción de 0,1 unidades del índice de conversión +1,43 ¤ y el aumento de 1 g/d en la velocidad de crecimiento supondría +1,13 ¤.
Una comparación mejor de los pesos económicos podría hacerse a igualdad de variación producida (por ejemplo el 10% de una desviación estándar del carácter). Así, una variación de +0,3 gazapos por parto, supondría un aumento de 3,8¤, una reducción del índice de conversión de 0,04 puntos un aumento de 0,58 ¤, y un aumento de la velocidad de crecimiento de 0,8 g/d un peso de 0,90 ¤ (a partir de Armero y Blasco (1992) y Orengo (2003)).



Concluciones

Es necesario disponer de información veraz sobre la situación de la granja, así como de valores de comparación calculados a partir de explotaciones con similar sistema de producción. Hay que fomentar los grupos de gestión técnico económica.
Se precisan tasas de sobreocupación mayores del 120% para empezar a ser competitivo y para alcanzar productividades por jaula que nos permitan poder aumentar la rentabilidad de la explotación. Valores altos de sobreocupación pueden ser compatibles con menores fertilidades.

La fertilidad es más importante al reducir el número de bandas y al extensificar el ritmo reproductivo. Un aumento de fertilidad del 10% reduce el intervalo entre partos 2 días en monta semanal, 6 días en banda única a 42 días y 3 días en 2 bandas de 55-56 días. No se conoce con detalle ni la evolución de la fertilidad ni de la prolificidad en el tiempo tras el parto, que podría permitir maximizar la productividad por servicio. (ver MANEJO DE LA CUBRICIÓN PARA OPTIMIZAR RESULTADOS PRODUCTIVOS)
Las mejoras en prolificidad deben venir de la mano del uso de hembras cruzadas. Los programas de mejora siguen avanzando en la mejora genética del tamaño de camada (ver MORTALIDAD EMBRIONARIA). Es necesario poner en práctica los avances en nutrición, tanto durante el período de recría como hasta alcanzar el final de la primera lactación (ver ALIMENTACIÓN DE LA CONEJA REPRODUCTORA).
Para reducir la mortalidad en el nido, además de los avances en nutrición de las madres, hemos de conjugar las prácticas de lactancia controlada y homogeneización de camadas. (ver ESTRATEGIAS DE MANEJO DEL NIDO).
La tendencia que parece existir retrasando el ritmo reproductivo y aumentando la edad de destete no se explica en términos de fertilidad o prolificidad ni de productividad individual de las hembras, sino que se asienta en un mejor aprovechamiento de las jaulas polivalentes, al poder trabajar con una sola banda de cebo y una menor mortalidad de los gazapos en engorde por su mayor madurez al destete, además de permitir un mayor número de jaulas con nido en las mismas instalaciones.
Hay mucho que decir sobre el período de cebo. Con objeto de reducir la mortalidad de gazapos en este período hay diferentes experiencias con restricción de agua / pienso durante el engorde con resultados prometedores.
Se precisa un mayor número de estudios con datos reales sobre cuáles son los factores cuya variación permite explicar mejor las diferencias de rendimientos entre las explotaciones.

Finalmente, no podemos olvidar otros aspectos que conlleva nuestra actividad, como la necesidad de activar todos los mecanismos de prevención para evitar una crisis de seguridad alimentaria, con sistemas de trazabilidad que van a seguir avanzando técnicamente. Las explotaciones deben protegerse del medio ambiente en igual medida que debemos proteger al medio ambiente de nuestras explotaciones. Por último, hemos de hablar de la satisfacción del consumidor que, aunque generalmente ignorante, exige que se cumplan las normativas de bienestar animal en granja con tanto rigor como las normativas de higiene en los mataderos homologados.


Tabla 2: Duración del intervalo teórico entre partos según el ritmo reproductivo, el intervalo entre servicios y si la hembra repite (No - 1- 2)

Tabla 3
: Intervalo realista entre partos y partos por año en función del ritmo reproductivo, la fertilidad como tasa de partos (70-80-90 %) y el intervalo entre servicios (asumiendo palpación a 2 semanas, una tasa de abortos + pérdidas del 4% y que una coneja no aborta dos veces).



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